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El lado humano de la medicina

Llevo pensando mucho tiempo en escribir sobre aspectos, que difícilmente se van a ver reflejados en las publicaciones científicas.

Todos los días me encuentro con personas que acuden a mi consulta, unas sin esperanza alguna y otras simplemente asustadas, desorientadas.

La medicina que se aplica hoy en día se ha convertido en un acto médico distante del paciente, dónde no hay tiempo para escuchar, ver, tocar. Es una medicina digitalizada y medida por el tiempo. Impersonal.

Los pacientes que acuden a consulta, sienten que tienen un problema y sufren por ello.

En la era digital en la que estamos inmersos, es lógico que pregunten al “gurú”, intentando buscar respuestas a su dolencia. Efectivamente, las preguntas se le hacen a google, una magnífica herramienta de búsqueda, pero que tan solo proporciona el 5% de las publicaciones en el ámbito de la medicina.

Lo primero que busca el ser humano es una justificación a su problema. En la vida cotidiana, os daréis cuenta que no paramos de emitir juicios, incluso a nosotros mismos.

Si un amigo o amiga se separa, intentamos buscar los motivos de esa ruptura (infidelidades, trabajo, familia,..), aunque simplemente lo que haya ocurrido es una falta de amor, sin más.

Me sigue sorprendiendo el paciente que llega a consulta, cansado de visitar a otros especialistas y con una lista imaginaria  de preguntas y respuestas que él mismo ha ido acumulando.

Aunque le dejes hablar y que se desahogue, es incapaz de mantener una escucha activa. El paciente busca una solución instantánea, rápida y convincente. Busca la pastilla.

Yo siempre le incito a que indague en el sentido más valioso que tenemos, que no es otro que el sentido común. Yo le pregunto, si todo los que has hecho hasta ahora no ha funcionado, ¿por qué insistes en el mismo camino?

Es en ese momento cuando intento demostrarle la causa de su problema mediante imágenes, ya que es más fácil de explicar y por supuesto, de entender.

Las grabaciones de vídeos, de imágenes y las explicaciones mediante modelos anatómicos, hace mucho más fácil el entendimiento de su fisiopatología.

Se lo describo como una película de su vida, desde que era un niño o una niña. Le guio por el camino del desarrollo. Le planteo su futuro a corto y largo plazo.

En este momento, el paciente suele dejar de escuchar. Comienza el conflicto interno. Sus esquemas mentales se desmoronan y aparece la ira. Un sentimiento muy negativo, que le hace viajar al pasado. Comienzan las preguntas típicas de: ¿por qué no me lo han dicho antes?, ¿por qué me ha tenido que ocurrir a mí?

Es el conflicto interno de enfrentarse a una nueva realidad, de proyectar una solución que es mucho más creíble pero que necesita de acciones más enérgicas y/o duraderas en el tiempo.

Acciones que necesitan de una actitud valiente y de una decisión estrictamente personal.

Las ventajas del trabajo en solitario y de la formación en muchas ciudades y países diferentes, llevan al profesional a abrir la mente. A darse cuenta que no todo es como le habían contado. Que no se trata de repetir lo mismo una y otra vez. Que se puede cambiar la forma de enfocar la medicina.

Toda la formación que has buscado, que te han ofrecido y nunca rechazaste, te ha llevado a poder encajar las piezas del puzle.

Vivir el momento presente te hace que nada te distraiga cuando estás con un paciente. Ni los problemas económicos, ni laborales, ni familiares, pueden entrometerse en ese momento de canalización.

También para mí ha supuesto un aprendizaje muy grande. El más difícil ha sido aceptar que no todo el mundo está en el mismo momento, que no todo el mundo está preparado para poder ver lo que los ojos no pueden ofrecerte.

Ahora tengo paciencia. Tengo empatía y le comprendo. Comprendo sus miedos. Comprendo su negación. Entiendo su lado humano y espiritual. Acepto una negativa. Me perdono cuando algo no sale como yo pretendía. Acepto mi lado humano también.

Aunque pase muchas horas trabajando, la mayoría con los pacientes a mi lado, doy gracias por la oportunidad de poder ayudar al prójimo. Les agradezco todas las cosas que me enseñan. No solo me entregan su cuerpo, me confían sus sentimientos, sus miedos.

No existe academia ni escuela en la vida que te enseñe estas cosas. No existe esa asignatura en la carrera de medicina.

Ese camino, te toca andarlo.

Por eso, ponte tus zapatos y camina. Lo demás, llegará. No te preocupes.

 

Félix Díaz Caparrós

Doctor en Medicina y Cirugía

Especialista en Otorrinolaringología

Médico estético

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